viernes, 27 de julio de 2012

Día 5. Essaouira

Inmediaciones de la estación de autobuses, Marrakech

Los madrugones son menos madrugones con el desayuno que nos preparan en el riad. Con las mochilas a la espalda empezamos nuestro día de visita a Essaouira.

Curioso lugar la estación de autobuses de Marrakech. La treintena de ventanillas que hay en ella están vacías y aparentemente cerradas, pero no porque estén abandonadas, sino porque sus responsables esperan a los viajeros en los pasillos o en las inmediaciones del edificio. Como a los turistas pronto se nos reconoce, en seguida se nos acercan para preguntar nuestro destino, guiarnos para encontrar al vendedor correspondiente o llevarnos hasta el andén si ya tenemos el billete comprado. 

Ante la recomendación de llegar con al menos quince minutos de antelación, hemos sido precavidos y nos toca esperar sentados en el autobús casi media hora; parece ser que aquí se estila bastante el overbooking. La espera merece la pena. No somos los primeros en llegar y, como es de esperar, tampoco los últimos. Lo curioso es que al autobús no sólo entran viajeros también suben vendedores ambulantes que, ¡venden de todo! Caramelos de menta, chocolatinas o, lo que deducimos que son, coranes de bolsillo. Los comerciantes entran por la puerta delantera, sueltan un discurso, desfilan por el pasillo enseñando su producto para salir por la puerta de detrás cuando terminan su comercial paseo. Incluso, una vez arrancado el autobús, el conductor tiene el detalle de ir a ralentí para que los vendedores puedan subir y bajarse del vehículo sin peligro, incluso más allá de la estación, lo que también sirve para que los viajeros tardíos cojan la ruta.

Plantación de argán carretera Marrakeck-Essaouira

Los casi 190 kilómetros que separan Marrakech de la Ciudad del viento se convierten en unas tres horas de viaje que acaban convirtiéndose en pesadas. Al menos pudimos ver plantaciones de argán y alguna que otra cabra disfrutando de su manjar.

Llegar a Essaouira desde Marrakech es cambiar el tono rosado por el el azul y el blanco. Es hinundarte de sabor a mar. Pronto se entiende por qué se la llama la Ciudad del viento, sus huellas están marcadas en las paredes de los edificios, dejando a su paso un blanco desconchado. El azul de las puertas y ventanas parece una llamada al remanso sobre el blanco roto de las fachadas.

Llegamos a la medina, declarada Patrimonio Mundial de la Unesco en 2001. Sus calles principales son más anchas y la temperatura es más agradable que en Marrakech, aunque sus tiendas poco se diferencian de las vistas hasta el momento el olor y el ambiente que en ella se respira es diferente, es marinero.

Avenida Oqba ben Nafii, Essaouira
Como llevados por la brisa salimos de las murallas que la salvaguardan y llegamos al puerto. Decenas de barcas amarradas nos cuentan sin palabras que el pescado ya ha llegado, que nos acercamos a la subasta. Las gaviotas y sus graznidos también son testigos. Casetas vestidas de los mismos colores que la ciudad y puestos ambulantes venden, frescos o asados, los frutos que el Atlántico ha dejado que prendieran las redes de los pescadores.

Barcas amarradas en el puerto de Essaouira

Casetas de venta de pescado en el puerto de Essaouira

Venta ambulante de pescado en el puerto de Essaouira

Una enorme playa nos llama a la izquierda. Turistas y lugareños nos cruzamos por el paseo marítimo, el aire y la temperatura no invitan ni a que las olas mojen nuestros pies. Una modelo y su equipo intentan que el viento les deje sacar adelante la sesión de fotos que han venido hacer. Sí, en Marruecos también hay modelos, ¿o quizá sea extranjera? El contraste entre la tradición y la vanguardia, o simplemente lo moderno u occidental, no deja de sorprendernos.

Sesión de fotos en la playa con el puerto de fondo, Essaouira

Mujer contemplando el mar en la Skala du Port, Essaouira

Volvemos a la medina y en la Skala de la Ville, donde la muralla está construida sobre acantilados, disfrutamos de las vistas del mar y la ciudad para después adentrarnos en unas sombrías, estrechas y, sorprendentemente, vacías calles. Una rara sensación se apodera de nosotros al vernos y sentirnos solos después de estar continuamente rodeados de gente; pero pronto llegamos a las bulliciosas calles y descubrimos entre tiendas de especias y cerámica una especie de mercado al aire libre en donde sólo se vende pescado. El trajín de la vida cotidiana se mezcla con la sopresa del visitante que observa los quehaceres rutinarios desde los soportales que rodean a esta peculiar pescadería.

Plaza del pescado, medina de Essaouira

Volvemos a las calles principales y los comerciantes llaman tu atención para que entres en su tienda, que es exactamente igual que la anterior, que es exactamente igual que la siguiente. En todos estos días no hemos sucumbido a dejarnos llevar por el interior de estos bazares ni la persuasión de sus vendedores y es ahora cuando decidimos adentrarnos en uno. Sentados al fondo de la pequeña y estrecha tienda pasamos un rato agradable que termina con la compra de algunos objetos de, supuesta, plata y salimos a la calle con esa sensación de no saber si lo que nos llevamos es lo que creemos haber comprado.

Ancianos hablando en la Avenida de l'Istiqlal, Essaouira

Comemos tarde mientras mientras agotamos nuestras últimos momentos paseando por las calles Essaouira. Ahora sus paredes blancas empiezan a tornarse anaranjadas con la caída del sol y va llegando la hora de volver a la estación. Dejamos atrás el viento, las gaviotas, el pescado y el olor a mar; el autobús nos lleva ya de vuelta a la ciudad rosada, a Marrakech.

Fotos: Marrakech y Essaouira octubre 2011.  M. San Felipe

miércoles, 25 de julio de 2012

Huerto urbano

Brotes de albahaca, 17 de mayo de 2012

Se entiende como huerto urbano aquel cultivo de hortalizas que se realiza en un núcleo urbano, ya sea en una terraza, jardín o en pequeñas parcelas, tanto en el interior de las ciudades o como en sus inmediaciones. En ocasiones se denomina horticultura de ocio, aunque con la que está cayendo se está extendiendo cada vez más como práctica de autoconsumo.

Cuando pasé de vivir en un ático con altas ventanas y me mudé al piso en el que ahora vivo una de las primeras cosas que pensé es que llenaría los balcones de plantas, sobre todo de geranios. ¡Me encantan los geranios! Pero no. Pronto me di cuenta de que los alféizares de las ventanas abalconadas no permiten colocar macetas si quieres cerrar las persianas, y a mí no me gusta dormir con luz. Todavía me quedaba el balcón esquinado del salón que tiene un ancho estrecho, pero lo justo para poder colocar alguna maceta y algún macetero. Al llegar el buen tiempo decidimos tapar el balcón con brezo artificial, pero a mí no me gustó la idea de que mis floridos geranios, aún inexistentes, no pudieran ser disfrutados y compartidos por los viandantes. Así que decidí que plantaría alguna planta productiva, como hierbas aromáticas o plantas de huerta.

Albahacas, 25 de julio de 2012

Mi tía me preparó una pequeña maceta con semillas de albahaca, a las que tendría que regar y cuidar para que llegaran a brotar y después transplantar, para que las plantas crecieran más fuertes y sus hojas sirvieran para hacer rico pesto. La albahaca se ganó un espacio en la ventana balconada de mi estudio, cuya persiana no tiene por qué ser bajada. Pronto la vi crecer, la transplanté y, pasados algunos meses, ¡la probé! Yo, que hasta el momento sólo había tenido cuidado de una lenteja plantada en algodón, estoy emocionda al ver crecer mis albahaquitas cuyo olor es capaz de trasladarte a una casona en medio de La Toscana. Aunque parecen un poco mustias, yo ya llevo comidos dos ricos platos de pasta al pesto.

Pero esto no es todo. Mi padre, amante del huerto en cuerpo y alma, me dio dos tomateras. Para que llegaran a dar frutos tendría que cuidarlas y regarlas, pero también transplantarlas y caparlas. ¡Uauh!, toda una labor de responsabilidad para esta iniciada en el mundo vegetal. Las flores pronto llenaron los tallos pero, ¡no han sido muy fructíferas! Aunque he de reconocer que bien contenta, emocionada e impresionada estoy con un tomate por planta. ¡Ay!, cuando enrojezcan, ¿seré capaz de comérmelos?

Tomateras, 25 de julio de 2012

No creo que un macetero con dos tomateras más uno con unas cuantas plantitas del albahaca puedan considerarse huerto urbano ni que su producción vaya a abastecerme pero, ¡estoy con ganas! Esta semana me he planteado un reto: conseguir que agarre un tallo de hierbabuena que llevaba metido en agua una semana. De momento muy buena pinta no tiene... Pero ahí estoy, ¡aprendiendo!

¡Quién diría que soy de pueblo!

Fotos: M. San Felipe

jueves, 19 de julio de 2012

El estado de las cosas



Cuando somos pequeños en el colegio nos enseñan que la materia puede presentarse en tres estados: sólido, líquido y gaseoso. Cuando somos mayores nos damos cuenta de que la materia también puede presentarse en otros muchos estados: en alegría, enfado, optimismo, pesimismo, objetividad, subjetividad, simpatía, antipatía... Estados que, por lo general, vienen influenciados por el entorno en el que se encuentra la materia.

Las personas somos materia. Un hielo no puede estar triste u optimista, pero esos estados sí los puede tener una persona. Según la tercera acepción de la RAE, materia es "lo opuesto al espíritu", por lo que algunos pensarán que el triste u optimista lo sería, o lo estaría, el espíritu y no la materia, ya que ésta se limitaría a ser el cuerpo físico, el sólido. 

Así, las personas y/o su espíritu podemos encontrarnos en muy diversos estados. En la actualidad, el entorno que nos rodea se ha empeñado en embriagarnos de pesimismo. El contexto en el que nos movemos parece decirnos que no levantemos cabeza, que si se nos ocurre mirar tan siquiera un poco hacia adelante, una mano grande y forzuda empujará nuestra nuca para volver a obligarnos mirar hacia abajo. El ambiente parece inundado de tristeza. 

Hasta hace no mucho, quienes ostentaban el poder, tanto económico como político, nos hicieron creer (¿nos obligaron a creer?) que éramos alguien que no éramos. Nos dejaron creer que no llegar a fin de mes no era problema. Nos hicieron creer que los préstamos bancarios siempre estarían a merced de nuestras necesidades, no siempre primarias, ¿o acaso lo es un apartamento en la playa? Nos obligaron a creer que casas construidas en un abrir y cerrar de ojos valían el triple de su valor real y que lo mejor que nos podía pasar era el poder vivir en ellas. Nos obligaron a creer que comprar y tener de todo era el mejor estado de las cosas. Nos hicieron creer que esto era jauja y que duraría para siempre. 

Y ahora que su plan se ha desmoronado, que los perjudicados somos la gran mayoría y que esa gran minoría que toma las decisiones sólo piensan en los poderosos, tanto económicos como políticos, ¿en qué estado quieren que nos encontremos las personas y nuestro espíritu? 

Ojalá esté llegando el momento del estado de la empatía y de la unión de todos. 

Foto: Fondosescritorio.org

miércoles, 18 de julio de 2012

Éramos pocos y me hice Tumblr



Pues éso, que llevo cinco meses, ¡cinco meses!, sin actualizar el blog y decido romper el hielo para decir que he añadido un quehacer más a mis quehaceres varios en esto de interné. Ahora también estoy en Tumblr y, en un ataque de originalidad, podéis encontrarme con el mismo nombre, Sin saber nada. Y es que sigo observando el mundo desde la ignorancia.