domingo, 21 de julio de 2013

Tarde de río



Las toallas colocadas en la orilla bajo la escasa sombra de los altos y verdes juncos, ahora en su máximo esplendor. Las piraguas surcan en el pantano y se deslizan cuan convoy en sus raíles. Los niños chapotean en la pequeña playa de arena rugosa y los perros sacuden sus lanas tras un baño rápido y refrescante en las oscuras aguas. Los altavoces de un coche ponen la banda sonora a ritmo de reggaeton mientras las machaconas melodías se mezclan con los éxitos del verano que suenan en el chiringuito. Una familia se divierte y chapotea en su barca hinchable y un osado nadador explora a brazadas el ancho pantano.

Con los últimos rayos de la tarde moscas y mosquitos empiezan a arremolinarse entre los juncos y en busca de las dulces pieles de los bañistas. La tortilla, las cervezas y el tinto de verano aparecen sobre las toallas convirtiéndolas en manteles. Risas, tragos y ricos manjares. Tarde de río, tarde de verano.

Foto: pantano de La Serranilla (Segovia), M. San Felipe

jueves, 4 de julio de 2013

Olor a verano


Soy de esas personas a las que le molesta la luz para dormir, que no soportan que la persiana deje entrar un ápice de claridad y que se tapan la cabeza con lo primero que pillan cuando el sol se cuela por alguna rendija de la ventana.

En verano es un poco distinto. Estos días dejo la persiana entreabierta para que el fresco de la noche inunde la habitación, cuando los primeros rayos entran  y me despiertan me acerco a la tira de la persiana y, medio sonámbula y con los ojos aún cerrados, tiro de ella con fuerza para que se cierre pero, ¡nunca funciona! Mi persiana está rota y siempre deja alguna línea abierta entre sus láminas por la que se cuela una luz anaranjada que no deja de recordarme que ya es de día y que ya, posiblemente, no podré volver a conciliar el sueño como antes.

Pero en verano es distinto. Estos días cuando los primeros rayos entran también lo hace un dulce olor a hierba humedecida, a amanecer. Un olor a tierra, a hojas, a campos segados y por segar bañados por el rocío; un olor que contrarresta  la molesta claridad que mi persiana se deja colar.

Huele a verano.

Foto: Burlas y Veras