jueves, 19 de febrero de 2015

Contra la deforestación

Orangután en libertad en el bosque autóctono de los alrededores de la
cueva de Gomantong, región de Sabah, Borneo malayo. J. Crespo

Plantaciones de palma de aceite en la carretera Ranau-Sandakan,
región de Sabah, Borneo malayo. M. San Felipe

Cuando estuve en Malasia aluciné, me entristecí y me cabreé mucho al ver la gran deforestación que sufren las selvas milenarias, víctimas de una tala incontrolada llevada a cabo por empresas aceiteras para implantar sus cultivos de palma provocando la desaparición de esos bosques considerados como algunos de los más primitivos del mundo. Una devastadora explotación de la flora autóctona y un gran perjuicio para la fauna del lugar, la cual no puede sobrevivir en plantaciones de monocultivo y que se ve limitada, y encarcelada, a vivir en reservas naturales diezmadas por el afán especulador.

A través de Greenpeace me entero que en la vecina Indonesia el Banco Santander apoya la deforestación que hace una empresa papelera causando otro gran perjuicio bosques de este tipo, los cuales son los pulmones del mundo. La ONG ha abierto una campaña para presionar al banco español a que no secunde este tipo de actuaciones, aún más cuando tiene implantada una política de conservación forestal en nuestro país.

Firmar la causa de Greenpeace no es ayudar a la ONG ni a Indonesia, es un granito de arena para conservar unos espacios naturales únicos y necesarios para nuestro planeta.

Pincha en el enlace para apoyar esta campaña.
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Actualización viernes 27 de febrero: el banco Santander confirmó el 26 de febrero que dejará de financiar a la papelera APRIL, la principal destructora de los bosques de Indonesia

miércoles, 4 de febrero de 2015

Felicità

Cuando he entrado a la panadería Al Bano y Romina sonaban a todo volumen en el viejo casete de la estantería. No había nadie en la sala del despacho de pan, desde la cristalera se veía al panadero y a la panadera afanados en la sala del horno.

 - ¿Hola?-, he repetido varias veces sin éxito, pues mi voz se veía tapada por las melódicas voces del dúo italiano y era ignorada por la concentración del trabajo artesano

La panadera me ha visto cuando se dirigía a colocar cuidadosamente unas bolsitas de galletas recién hechas en la cesta del mostrador. Al acercarse, sus ojos parecían desprender un brillo diferente al de otros días

 - Perdona, hija, no te había oído -, se ha disculpado mientras me atendía. Sonaba Felicità cuando me ha contado que habían sido abuelos.