Mi transistor |
Querida Radio, dicen que hoy es tu Día, proclamado internacionalmente hace dos años por la UNESCO, pero tú bien sabes que para mí todos los días son tu día, que eres mi fiel compañera.
Te enciendo cuando me levanto, escucho tus noticias mientras me desperezo, desayuno y me quito las legañas. En los últimos tiempos quizá debiera escuchar un programa despertador, de esos que emiten las emisoras de música y que son más amables que las noticias que últimamente nos toca escuchar. Pero tú sabes que no puedo, las informaciones a primera hora y los debates políticos de buena mañana me gustan y, no, aunque a veces casi lo consigan, no se me atraganta el desayuno.
También estás presente en mi ordenador. En los marcadores de mi navegador aparecen varias cadenas, la cual selecciono según mi ánimo y/o su parrilla de programación, aunque ya no hay problema, pues en casi todas las webs puedo escuchar cualquier programa en cualquier momento. Incluso ahora estoy intentando escucharte en inglés, que no es lo mismo que entenderte, pero al menos lo vamos intentando.
Pero mi amor por ti no es algo nuevo, siempre me has gustado. De hecho eras uno de mis juegos favoritos, como cuando yo hacía de locutora principal de Radio Ok Makey, esa emisora inventada en la que producía programas desde los asientos traseros del coche colmando la paciencia de mis padres mientras entrevistaba y hacía cantar a mis hermanas; incluso teníamos un jingle que repetíamos sin parar: radioquei, maqueeei. O grabando con los primos nuestras voces imitándote en el casette rojo en el sobrado de la abuela.
Te recuerdo cuando era pequeña sonando con la voz de Sardá y el señor Casamajor en el transistor del cuarto de estar de los abuelos o dando el tiempo en Radio Segovia desde el observatorio meteorológico de Navacerrada en voz de Ramón Alonso, momento en el que mi abuela nos mandaba callar a todos para no perder detalle. También me acuerdo del sonido estremecedor de las esquelas a las que prestaba atención mi otra abuela en las desconexiones locales, esas que me siguen poniendo los pelos de punta y que ahora presto atención yo sin darme cuenta. Recuerdo el soniquete de Radio 5, todo noticias, al llegar a casa a comer después del colegio, o como mi padre buscaba Cadena Dial o Radiolé en cuanto cruzábamos la sierra para ir a Madrid. Te recuerdo hablando de fútbol los domingos por la tarde y coreando a dúo junto a ti las canciones y también los anuncios que emitías. Me recuerdo metiendo cintas vírgenes en mi minicadena de doble pletina para grabar las canciones que más me gustaban y hacer cintas de Varios que marcaba por años, como hacía la prima Ana.
Recuerdo con especial cariño las visitas que he hecho a la radio, sobre todo esa excursión en la que nos llevaron a ver la pequeña emisora de RNE en Segovia y en la que me eligieron para sentarme en la mesa delante del micrófono y simular una entrevista con el periodista que nos la enseñaba. O la visita a los estudios centrales de la Cadena Ser para ver en directo el Hoy por Hoy de Iñaki Gabilondo y que tuvo que cancelarse por los atentados del 11M, programa al que más tarde volvi como espectadora pero también a trabajar con Airevisual para grabar entrevistas a políticos como Esperanza Aguirre o Zapatero. O la noche en la que vi emitir en directo La brújula de Onda Cero acompañando al periodista, y por entonces mi profesor, José María Calleja.
Cuando era pequeña en el pueblo prácticamente sólo llegaba la señal de Radio Nacional y la de la Cadena Ser y sus 40 Principales, que no dejaban de sonar a mi alrededor durante mi adolescencia. Increíble me parecía que cuando íbamos a Madrid prácticamente en cada número del dial sonara una emisora diferente, de hecho cuando fui a vivir allí del corcho de mi habitación colgaba un recorte de periódico en donde una rudimentaria infografía informaba de las emisoras y sus diales.
Con los años, Radio 3 se ha convertido en una de mis preferidas. Aquí fui donde conocí, más bien tarde, el programa más crítico que te he escuchado, Carne Cruda. Cada vez que oía los monólogos editoriales de Javier Gallego, que parece que todavía pueden leerse en su blog, pensaba en lo poco que tardarían en quitarlo. Desgraciadamente no me equivoqué, lo eliminaron de la programación de una extraña manera y, paradójicamente, cuando ya no se emitía se llevo el Premio Ondas al mejor programa de radio de 2012. Parece que desde la Cadena Ser dan la oportunidad a este crítico formato con un muy parecido nombre, Carne Cruda 2.0, y muy similar guión.
Querida Radio, tú bien sabes que tus voces forman parte de mi banda sonora personal, muchos programas y periodistas la componen, pero no quiero terminar este post sin nombrar a Gemma Nierga y Pepa Fernández, quienes me fueron presentadas hace muchos años y cuyas voces me han acompañado y me acompañan desde las ondas.
Querida Radio, mucho se ha hablado y se sigue hablando de tu posible desaparición por el nacimiento de otros medios de comunicación más modernos. No lo creo. Muchos somos los que te escuchamos, los que a ti acudimos como primer medio de información o de entretenimiento. Muchos somos los que te te queremos.
Querida Radio, como periodista siempre he estado al otro lado de las ondas, en el de oyente. Quizá algún día podamos conocernos más, quién sabe, ¡nunca es tarde!
Foto: M. SanFelipe
Este post se lo dedico a todos aquellos que me inculcaron la pasión por la radio, en especial a mis abuelos, y a todos aquellos los que han tenido que 'aguantarme' esta pasión. Mención especial a mi prima Ana, con quien tantos ratos he pasado escuchándola, grabándonos y quien me regaló 'mi primer transistor' , además hoy también es su Día.
3 comentarios:
Creo que no hay mejor homenaje para la radio, en su día mundial, que tu post. Lo he devorado de principio a fin :-D
Me alegro mucho que te haya gustado. Llevaba tiempo pensando en 'rendirle' homenaje y, ¡por fin llegó el día! ;)
Que chulo, toda la trayectoria de tu vida sobre este medio de comunicación. Como puede influir tanto en una persona y la compañia que da "Toda una terapia".
Publicar un comentario