jueves, 4 de julio de 2013

Olor a verano


Soy de esas personas a las que le molesta la luz para dormir, que no soportan que la persiana deje entrar un ápice de claridad y que se tapan la cabeza con lo primero que pillan cuando el sol se cuela por alguna rendija de la ventana.

En verano es un poco distinto. Estos días dejo la persiana entreabierta para que el fresco de la noche inunde la habitación, cuando los primeros rayos entran  y me despiertan me acerco a la tira de la persiana y, medio sonámbula y con los ojos aún cerrados, tiro de ella con fuerza para que se cierre pero, ¡nunca funciona! Mi persiana está rota y siempre deja alguna línea abierta entre sus láminas por la que se cuela una luz anaranjada que no deja de recordarme que ya es de día y que ya, posiblemente, no podré volver a conciliar el sueño como antes.

Pero en verano es distinto. Estos días cuando los primeros rayos entran también lo hace un dulce olor a hierba humedecida, a amanecer. Un olor a tierra, a hojas, a campos segados y por segar bañados por el rocío; un olor que contrarresta  la molesta claridad que mi persiana se deja colar.

Huele a verano.

Foto: Burlas y Veras

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