Corriendo en la V Viña del Ajo, Muñoveros (Segovia) |
El pleno invierno y en plena meseta castellana el 24 de febrero no defraudó, se levantó frío y aún con algo de nieve del día anterior. Durante la marcha el sol nos acompañó lo que ayudó, junto con el paso de los corredores, a que hielo y la nieve del camino se deshicieran y muchas partes se convirtieran en lodazales. No me importó, estaba contenta, ilusionada. Enfundada en mallas y camiseta térmica, un cortavientos, una braga al cuello y otra a modo de diadema para taparme las orejas mis deportivas se pusieron en marcha junto a casi trescientas personas más. Al empezar, escuché con entusiasmo el golpear de la goma de las casi seiscientas zapatillas al avanzar en los primeros metros de asfalto de la carretera, veía cómo una culebra de colores se iba estirando a medida que nos adentrábamos en el campo. A mí lado el Tío Matt, quien en esta ocasión se convertiría en mi liebre. Catorce kilómetros después, tras cruzar arboledas embarradas, subir cuestas entre pinares, llanear (subir y bajar) entre tierras de cereales y girasoles aún sin asomar, ver pasar a los primeros cuando aún me quedaba la mitad del recorrido, notar el frío invernal en la cara y disfrutar de las vistas del llano castellano, ¡llegué a la meta! Objetivo cumplido, Viña del Ajo superada, ¿cuándo sería la siguiente?
La Media Maratón de Segovia se celebraba tres semanas después, el 17 de marzo, pensé que podía ser una buena ocasión para probarme en una carrera de más kilómetros, con la confianza de estar en una ciudad conocida pudiendo parar sabiendo dónde estás, ya que mi intención no era terminarla. Otros planes solaparon mi idea así que no me inscribí, pero a última hora se cayeron así que la noche de antes de la carrera me animaron y convencieron para que el domingo por la mañana me fuera a recorrer las calles de Segovia, poca insistencia hizo falta. El día se levantó lluvioso, muy lluvioso, con un cielo plomizo que dice claramente que no va a parar de llover por más que le mires y le supliques. En ningún momento me planteé no correr, cuanto más se acercaba el momento de empezar más me convencía a mí misma con ese talante de intentar buscar el lado positivo de no tener trabajo: ahora me puedo permitir el lujo de coger un buen constipado, me decía.
Corriendo la VII Media Maraton de Segovia |
La salida era un enorme charco en donde corredores de todas las edades nos hacinábamos buscando un trozo de adoquinado seco. Mis pies se mojaron por completo antes de recorrer el primer kilómetro, al menos mi chubasquero de Gore-Tex parecía funcionar bien, lo que no sabía era cuánto aguantaría por si se hubiera dañado en mi aventura en el Kilimajaro [historia que ya os contaré en Mi viaje a Tanzania]. La temperatura no era mala, lo que contrarrestaba el incordio de la lluvia. Admiraba a esos participantes osados que corrían en pantalón corto y camiseta de tirantes, debajo de mi capucha impermeable yo me decía: quizá en otra... Esta vez mi objetivo era 'hasta que aguante', que por las condiciones de la carrera imaginaba que sería la media de la media, los 11 kilómetros que tardaríamos en volver al acueducto tras subir una cuesta de 2 kilómetros, como les dije a los fuentepiñelanos que me encontré en los jardines de La Fuencisla cuando, tras reconocerles por las camisetas que llevaban, me invitaron a seguir su ritmo. En realidad esperaba aguantar un poco más, cruzar el acueducto y poder callejear por el casco antiguo de la ciudad que tanto me gusta. ¡Lo conseguí! Y es que, qué gran sorpresa me esperaba bajo los arcos de granito, una de mis mejores amigas estaba esperando a verme pasar aguantando la lluvia para animarme, largo rato llevaba allí pues su novio-corredor había pasado bastante antes. Poco después me esperaban mis incondicionales animadores, mi chico y un amigo, quienes chubasquero y paraguas en mano fueron recorriendo media ciudad para irme animando.
Ya me habían avisado: dura, la Media de Segovia es muy dura, me habían dicho. Ni que no conociera la ciudad y sus cuestas, pensaba yo. Además, que no la voy a correr entera, sólo lo que aguante, les decía y me repetía a mí misa. Y la aguanté, ¡entera!, eso sí, agotando el límite de tiempo de la organización. La acabé y, por supuesto, también la sufrí!
Dura, la Media Maratón de Segovia es dura, pero ¡ojalá al año que viene pueda ratificar esta afirmación!
Foto 1: Organización de la Viña del Ajo
Foto 2: Sam
3 comentarios:
Eres una campeona!! y...que gran afición! :-) Me encanta!
Felicidades de parte de uno de los dos fuentepiñelanos con los que te encontraste en la Fuencisla. Acabar la media de Segovia te da un nivel. Sigue entrenando y antes o después caerá la entera.
Saludos al nuevo jubileta.
Gracias MartaSb!, a ver si un día corremos una carrera juntas ;)
Juan CL, se agradecen las felicitaciones pero hablar de una entera son palabras 'muy' mayores. Ojalá nos encontremos más veces
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