lunes, 29 de junio de 2009

La señora Amalia


La señora Amalia suele pasar por delante de la oficina a las once y media. Está de vuelta sobre las dos.

Con su andar lento, y de pasos cortos, la señora Amalia recorre la calle con su bolsa de plástico blanca y negra. En el trayecto, se detiene varias veces a tomar aliento.

La señora Amalia camina con la cabeza gacha, atenta a sus pasos. No duda en levantar la mirada cuando se cruza con algún conocido. Se para, sonríe y saluda.

Con su tobillos hinchados y sus medias tupidas, la señora Amalia pasa todas las mañanas por delante de la oficina. A veces se para, levanta la cabeza, mira el ventanal y continúa su camino.

Yo, un día, la saludé. Y ella, alzó la mirada, sonrío, y me devolvió el saludo.

Desde la semana pasada, la señora Amalia ya no pasa por delante de la oficina a las once y media. Ni tampoco está de vuelta sobre las dos. Yo creo, que la señora Amalia está de veraneo en su casa del pueblo; disfrutando de sus vecinos, hijos y nietos. Y que, cuando los días se acorten y el sol caliente menos, volverá a recorrer la calle con su caminar lento. Yo, me quedaré al otro lado del ventanal, esperando a que llegue el otoño y, con él, la señora Amalia.

En realidad, yo no sé cuál es el nombre de la señora Amalia.

Foto: blog Maravillas

2 comentarios:

Irene dijo...

Qué ternura me da oirte hablar de la señora Amalia. Ya eres como su nieta adoptiva :-)

M. San Felipe dijo...

Qué maja es! ;-)