lunes, 30 de noviembre de 2009

Lunes por la mañana: ¡maldita Sepulvedana!


Suponte que te levantas un lunes a las siete menos cinco de la mañana (o a las 6:55, que parece más temprano), te deslegañas para empezar a ser persona y abres la ventana de la habitación para ver si la nieve que amenazaba ayer ha cubierto los tejados. ¡No! No ha nevado; pero sí hace frío, mucho frío. Te vistes, desayunas, te peinas, te pones tu abrigo y te enfundas al cuello el pañuelo más grande que tienes, para evitar al máximo que el frío se te cuele por esta parte del cuerpo (comprado, por cierto, en el desierto. ¡Qué cosas!).

Suponte que bajas a la calle a las siete y media, para estar en la parada del autobús a las ocho menos veinticinco y coger el autobús de las ocho menos veinte. Único medio de transporte que te puede llevar a tu lugar de trabajo hasta las 5 de la tarde (sin tener en cuenta alguna que otra combinación de transporte público que te lleva al pueblo de al lado y de allí a la capital).

Suponte que esperas, a menos dos grados bajo cero, a que tu medio de transporte llegue. Sí, ese medio de transporte por el que has pagado un bono mensual de más de 120 euros y que, finalmente, no llega. ¡Pero tranquilidad!, que la siguiente suposición es: suponte que te harán el favor de llavarte al pueblo de al lado en un minibús junto a tus compañeros de viaje, "para no dejaros tirados". Aviso: una vez allí tienes que comprar tu billete, sin numerar, con la incertidumbre de si el autobús que tu ticket indica tendrá plaza, ya que su origen no es la localidad en la que te encuentras y su destino es una de las universidades más grandes de la capital.

Suponte que consigues el penúltimo asiento libre, porque recuerda que una vez que el autobús llega a la estación se establece la ley del más fuerte: el que más cerca de la puerta consiga ponerse, antes entra.

Suponte que llevas un mes usando este servicio a diario y ya te has quedado un día en tierra, otro se rompió el autobús y otro es esta mañana de lunes. Lo que viene sumando 3 incidencias, en como mucho, 20 días.

Suponte que con esta empresa de transportes llevas viajando seis años casi todos los fines de semana. Suponte que ya habías sufrido su mal servicio. Suponte que no te queda otra que ser su cliente diario, porque bien sabes lo que es un monopolio.

Suponte lo que te queda por aguantar. Y supongo que hojas de reclamaciones por rellenar.

ACTUALIZACIÓN:
Suponte que el día siguiente de escribir este post (1 de diciembre), el autobús llega, pero los 70 kilómetros que tienes que recorrer hasta la capital tienes que hacerlos soportando el aire acondicionado.

Foto: Antonio Tanarro. El Norte de Castilla

2 comentarios:

Laura dijo...

¿Aire acondicionado con la que está cayendo? Eso es tanto motivo de reclamación como que te manden al pueblo de al lado.

M. San Felipe dijo...

Pues así llevo toda semana. Para contrarrestarlo: me abrigo más de lo normal y me siento en el lado del pasillo, que el aire sale al lado de la ventanilla.

¡Lo paso fataaaaal!