
Las semanas suelen presentarse como una montaña. Los primeros días has de ascender la pendiente que bajarás en los últimos. Según se dibuje el fin de semana, este se asemejará a una llanura, a un valle o a una cuesta abajo aún mayor.
Algunas semanas se perfilan más escarpadas. Algunas incluso se parecen a una montaña rusa, llenas de ascensos y de descensos; de metas por alcanzar, de objetivos marcados, de logros por conseguir... En estas semanas el vértigo está muy presente
Antes o después, para bien o para mal, los desniveles acaban convirtiéndose en llanuras, que es a donde nos llevan las cuestas, al llano.
Las pendientes que se nos presentan nos hacen crecer, nos hacen fuertes y pacientes. Las etapas que pasamos en una semana son pequeñas muestras temporales de que todo pasa. Estas se hacen más difíciles o más llevaderas según con quien las compartas. Las sonrisas, los apoyos y las llamadas son de gran ayuda en nuestros ascensos y descensos cotidianos.
Cuando una semana-montaña rusa acaba se agradece, y aunque extraño, también puede echarse de menos.
Foto: montaña rusa de Tokyo. Roberto Marquino
2 comentarios:
Espero que cada vez que bajes de una de esas montañas rusas, aunque estés un poco mareada y con el pelo revuelto, lo hagas con una sonrisa y con ganas de volver a subir a esa atracción de la feria de la vida.
Gracias Irene
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