viernes, 5 de septiembre de 2014

Hace un año, querida Transpirenaica

Dolmen de Aguas Tuertas (Huesca)
Dolmen de Aguas Tuertas (Huesca). M. San Felipe

Hace un año me despertaba en uno de los lugares más espectaculares donde he dormido. El día amanecía en Aguas Tuertas (Huesca), una inmensa pradera pantanosa gobernada por caballos y ambientada por el leve sonido del discurrir del deshielo de finales de verano. Una pradera virgen que debió de tener un gran significado para nuestros antepasados, o eso parecía querer decir el dolmen que la presidía.

A la vez que nuestros vecinos estiraban las patas con una cabalgada matutina, nosotros comenzábamos el décimo y último día de ruta de un gran viaje a pie comenzado más de 200 kilómetros atrás, en el mar Cantábrico, en el Cabo Higer en Hondarribia (Guipúzcoa). Con la mochila cargada a la espalda, en estos diez habíamos atravesado bosques de castaños, lomas de pasto, hayedos de cuento, cascadas de ensueño, noches en cama y en saco y esterilla, días sin ducha, días de sol, de niebla, de viento, ¡pero no de lluvia! Al más puro estilo galo, yo lo que más temía era que el cielo se desplomara sobre nuestras cabezas en forma de tormenta durante alguna de nuestras caminatas, pero no, tuvimos suerte. Sonrío al acordarme del chaparrón que nos dio la bienvenida nada más bajar del tren en Irún (Guipúzcoa), ese que no nos dejó montar la tienda de campaña en Hondarribia hasta llegada la tarde. Afortunadamente, la lluvia nunca más hizo presencia.


Día 1, Transpirenaica: Hondarribia-Bera.
Llegando al pueblo de Bera desde el Tozal de San Antón. M. San Felipe

Día 2, Transpirenaica: Bera-Elizondo.
Cogiendo fuerzas bajo un roble y secando la ropa en los helechos. M. San Felipe

Día 3, Transpirenaica: Elizondo-Sorogain. M. San Felipe

Día 4, Transpirenaica: Sorogain-Burguete. 
Amanece en la pradera de Sorogain. M. San Felipe

Mis botas chapoteaban en el suelo encharcado de la pradera mientras caminaba a saltitos evitando hundirme en las zonas más húmedas. Aún no habíamos terminado nuestra primera experiencia con la Transpirenaica y a mí ya me invadía esa melancolía que se siente tras vivir una gran y grata experiencia.

Me acuerdo de la apodada Señora Consuelo, pues nunca supimos su nombre, mujer maniática que numeraba las pinzas de la ropa y en cuya acogedora casa dormimos la primera noche de ruta, en Bera (Navarra). Allí conocimos al barcelonés con el que formaríamos equipo. De dos pasamos a ser tres, y es que las grandes vivencias suelen engrandecerse aún más cuando se tiene la suerte de compartirlas con otras personas, por supuesto también con aquellas que conocimos de pasada. Como nuestro anfitrión en Elizondo (Navarra), un neoyorkino afincado en el pirineo navarro con el que degustamos una rica barbacoa al más puro estilo americano a la orilla del río Baztán. O la familia de rubios y fornidos ingleses con la que nos estuvimos cruzando hasta el día que llegamos a Burguete (Navarra), precioso y acogedor pueblo del comienzo del Camino de Santiago. O las señoras de Iriberri (Navarra) con las que entablamos conversación a la salida de su misa diaria mientras esperábamos a la puerta de la iglesia a que los jóvenes del pueblo dejaran de jugar al frontón para poder estirar nuestras esterillas en el polideportivo, pues allí pasaríamos la noche.

Día 5, Transpirenaica: Burguete-Hiriberri.
Descansando en la puerta de la iglesia. M. San Felipe

Día 6, Transpirenaica. Hiriberri-Otsagabia. Paso de las Alforjas. J. Crespo

Atrás empezaba a quedar la inmensa pradera, como atrás quedaban todos los paisajes vistos, admirados y contemplados. Lugares llenos de vida, mágicos y alucinantes que, a pesar del peso de la mochila, había merecido mucho la pena alcanzar, atravesar y, ahora, recordar. Lomas verdes y despejadas, bosques frondosos de anchos árboles, hayedos umbríos, cerros calvos y sufridos por el viento, zarzamoras en pleno esplendor, robles gigantes, cedros, pinos, senderos, caminos forestales, riachuelos, ríos, ibones... Como el Ibón D'Estanés, que nos despidió antes de encaminarnos a la estación de esquí de Candanchú (Huesca) donde pondríamos meta a nuestro primer tramo de la Transpirenaica, ese que nos recuerda que lo dejamos donde empieza la alta montaña, lugar en donde la GR11 nos espera.


Día 7, Transpirenaica: Otsagabia-Izaba.
Santuario de Idoia. J. Crespo

Día 8, Transpirenaica: Izaba-Zuriza. M. San Felipe

Día 9, Transpirenaica: Zuriza-Aguas Tuertas. J. Crespo

Día 10, Transpirenaica: Aguas Tuertas-Candanchú.
Ibón D'Estanés. M. San Felipe

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