martes, 22 de septiembre de 2009

Mis abuelos


Ayer por la noche empecé a ojear mi cuaderno. Un cuaderno de esos que se usan para apuntar de todo: listas de la compra, anotaciones del trabajo, números de teléfono que han de copiarse rápidamente, cuentas que a una la mente no le dan para hacerlas de memoria o textos cortos y olvidados escritos en momentos de inspiración.

Me gusta cuando encuentro cosas que he escrito, anotado o apuntado tiempo después, cuando no recuerdo haberlo hecho. Y así encontré un pequeño texto, inacabado. Me hizo gracia y se lo leí a mi hermana y a mi prima, porque pensé que les iba a hacer gracia, ya que hablaba de cosas que las tres habíamos vivido de pequeñas; cosas que habíamos vivido con nuestros abuelos.

Así que ahí va ese pequeño texto inacabado. Ese pequeño texto con pequeños detalles y pequeños recuerdos. Espero que al leerlo os vengan también detalles y recuerdos vividos con vuestros abuelos:

Cuando era pequeña, los fines de semana los pasaba en casa de Los Abuelos; aunque las tardes de los sábados estaban reservadas para ir a ver a La Abuela Fuencisla.

Con el Renault 11 de papá, nos movíamos de un pueblo a otro para ir a verlos, lo que significaba: casatañas asadas en la estufa, sugus, lazos de Lerma, filetes de Canuto, dar de comer a los gatos, paseos por el campo, probarse chaquetas de lana, tocar las campanas de la iglesia a mediodía, hacer rosquillas, saborear la tarta de El Recado, el bizococho de yogur, dormir en sábanas tan frías que parecían estar húmedas o ver encender la estufa, la chimenea o la cocinilla con una piña.


Foto: detalle de una cocina de leña

7 comentarios:

Irene dijo...

Es curioso como se despiertan los sentidos cuando recuerdas momentos como esos, ¿verdad?
A mí me saben a huevo Kinder y a salchichón, huelen a los pendientes de la reina de la terraza de mis abuelos y suenan a la cajita de música que había en la salita de estar de aquella casa de Vallecas.

Laura dijo...

Jo, qué suerte. A mi abuelo materno no lo llegué a conocer. Mi abuela materna y mi abuelo paterno murieron cuando yo era pequeña y la abuela que me queda es una señora que sólo ha ejercido de abuela con mis tres primos más mayores :(

M. San Felipe dijo...

Irene, me alegro de que a tu mente haya vuelto el sonido de la cajita de música, el olor de los Pendientes de la Reina y el sabor de los huevos Kinder y del salchichón ;-)

Jo! Laura, ya siento que no puedas racordar momentos como éstos. Y es que, la verdad, no todos hemos tenido, diría la suerte, de tener la figura de los abuelos (y lamentablemente, en muchas ocasiones, no porque hayan fallecido...).

Anónimo dijo...

tostadas al rededor de la estufa recien encendida ( porque no conseguiamos hacernos el desayuno del abuelo, que era leche con pan y Eko), con el olor a leña quemada atravesando los primeros rayos de sol por la ventana, a y eso si con el babi de rayas puesto para no mancharnos el pijama

M. San Felipe dijo...

Mmmmmh... Qué ricas las tostadas de mermelada de fresa huntadas en el Cola Cao, porque sólo tomábamos Cola Cao en casa de la abuela Juanita; en casa Nesquik...

Blanca dijo...

Si el profesor de literatura hubiera leído este post, estaría orgulloso de vuestro involuntario ensayo al estilo de 'Por el camino de Swann'. Y si ya habláis de como se desmigaja la magdalena en vuestra boca, ni te cuento.

Laura dijo...

Calla, que todavía no puedo comer magdalenas :(