lunes, 23 de febrero de 2009

Fin de semana


Por un motivo personal tuve que cambiar este fin de semana una guardia del trabajo. Se la debo a mi compañera y, sobre todo, amiga Blanca. Gracias.

Y, mientras la mitad de España estaba disfrazada y disfrutando de un fin de semana carnavalesco, yo me he tenido que conformar con: acompañar a Robert Jordan en la preparación de su ofensiva, junto a sus guerrilleros españoles, contra tropas fascistas; plantar un Jardín de la Alegría en un pueblecito de la costa inglesa; permanecer en una fría sala de espera de un hospital; comer a deshora un dürum kebab; apreciar las apacibles vistas de una ciudad Patrimonio de la Humanidad desde un lugar poco apacible; alquilar una película en una época en la que los videoclubs que sobreviven son prácticamente unos héroes; atravesar uno de los macizos montañosos más importantes de nuestro país; ser testigo de la búsqueda del Santo Grial; levantarme una mañana de domingo a las 12; saborear pulpo a la gallega sin estar en Galicia; comer palomitas sin pagar 7 euros; seguir de cerca a los imputados por la trama de corrupción que salpica al PP; valorar las encuestas y sondeos de opinión sobre las elecciones autonómicas de Galicia y del País Vasco del próximo 1 de marzo; conocer la polémica historia de Jade Goody; disfrutar con la coronación del Aconcagua; armarme de paciencia para conseguir setas rojas y flores para cargarme al mosntruo del castillo; ser la guitarra protagonista en un gran concierto de heavy; ser la guitarra principal en el estudio de grabación; pasear por Colorado, Arizona y Nuevo México conociendo paraderos surrealistas; conocer y poner cara a los llamados eco millonarios; seguir los pasos de Penélope Cruz en sus horas previas a la gala de los Oscars; ver amanecer en la sierra madrileña...

¡Uy! No pensaba que un fin de semana diera para tanto. ¡Y sin Internet!

Foto: calendario

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