martes, 20 de octubre de 2009

De prácticas y trabajos


Sigo sin tener un esquema mental sobre qué escribir esta semana, y ya no lo voy a tener, la verdad. Hoy voy a empezar a hablar de las prácticas y trabajos que nos mandaban en clase; aunque a lo mejor termino el post escribiendo sobre la comida de la cafetería... ¡Quién sabe!

Antes de ir a la universidad, yo pensaba que sólo hacían prácticas los estudiantes de carreras que precisaban laboratorios y máquinas especiales; los de ciencias, para que nos entendamos. Estaba equivocada.

Antes de nada, voy a definir lo que para mí eran las prácticas y lo que para mí eran los trabajos. Como yo lo entendía:
  • Práctica: tarea a entregar a corto o medio plazo, realizado individualmente o en grupos (creo que esto las menos veces). Con corto plazo me refiero a tener que entregarla en la misma clase que era mandada o al día siguiente; a medio plazo, como mucho, muchísimo, en quince días. Para mí era, lo que venía siendo desde preescolar, los deberes de toda la vida. Con sus complicaciones, ¡claro! Pero será que queda más molón llamarlo Práctica.
  • Trabajo: tarea a entregar a largo plazo y, la mayoría de las veces, a realizar en grupo. Por supuesto se trataba de algo mucho más costoso, laborioso y que requería más tiempo.
Lo peor de ambas tareas, para mí, era el hacerlas en grupo. Objetivamente pensaba (y pienso) que era lo mejor. Una forma de prepararnos para el futuro, aprender a trabajar codo con codo, en equipo, dividiendo funciones, aprender a confiar en el compañero, a solventar los contratiempos que surgen cuando trabajan varias personas juntas ... ¡En fin! Lo que viene siendo trabajar en grupo/en equipo. Y sí, ¡objetivo cumplido, aprendí! Eso sí, a base de ostias, que es como dicen que se aprende.

Para mí trabajar en grupo era lo peor por el hecho de tener que quedar: que si yo tengo inglés, que si yo este fin de semana me voy al pueblo, que si yo tengo optativa esta tarde, que si se me ha estropeado el ordenador, que si mi conexión a Internet no va, que si no tengo dinero para comprar la clave no sé cuántos, que si no me he leído la clave no sé cuantitos, que si cuando llego a casa a las 10 de la noche no me apetece bajarme nada de Aula Global... ¡En fin! Mil y una explicaciones, mil y una excusas. No sólo de las demás (los grupos de los que formé parte siempre fueron de chicas), sino, por supuestísimo, también mías. Del mismo modo, era duro y complicado el ponerse de acuerdo. Creo que las féminas es lo que tenemos, que nos gusta dar mil vueltas a las cosas y podemos discutir durante horas para: uno, no sacar ninguna conclusión; o dos, darnos cuenta de que estábamos hablando y defendiendo lo mismo...

Qué malos ratos pasaba en las prácticas cronometradas de Documentación (Documentación Informativa), creo que de segundo, pero ahora, cada vez que vienen a mi mente ideas sueltas de lo que se nos mandaba buscar... Es inevitable que sonría. Creo que en esa clase todos aprendimos una misma cosa: San Google no siempre nos saca de dudas.

Recuerdo trabajos absurdos, sobre todo en su forma, como aquel de Geografía (¿Geografía Humana y Descriptiva?) de 2º de carrera, en el que tras contabilizar todos los países que salían en un mismo periódico durante una semana (quizá más tiempo...), había que dibujar un mapa mundi, en papel milimetrado, proporcional a las veces que había sido mencionado cada país durante ese periodo de tiempo. Recordemos que nos encontrábamos en el curso 2004-2005, con una Guerra de Iraq más que viva en la prensa, ¿se imaginan su tamaño en nuestro mapa...? Fue con este trabajo con el que descubrí las Salas de trabajo de la biblioteca de Humanidades, unos zulos relegados en el sótano, a los que se entraba desde la Sala de Audiovisuales y cuya luz natural provenía de un ventanuco a ras del suelo de la calle y un tubo color plata-aislante (¿calefacción, desagüe...?) coronaba una de sus paredes.

Pero también recuerdo otros trabajos con mucho cariño. Como aquel de Historia (¿Historia Contemporánea de España?) de primero en el que teníamos que trasladarnos, libremente, a otra época y escribir como si fuéramos periodistas en ella. El tema que elegimos en mi grupo fue el de los Atentados de Atocha de 1977. Me encantaron las tardes que pasé en la Biblioteca Nacional, en su hemeroteca, documentándome sobre el tema y paseando por sus pasillos con la pegatina de Visitante. O como aquel trabajo de Política y Comunicación una asignatura de libre elección que cursé en primero (¡que ya podía ser obligatoria!) que se centraba en los corresponsales de guerra en Iraq y en el que entrevistamos en Torre España a José Antonio Guardiola, corresponsal de TVE en el conflicto, y que se comportó con nosotras más que bien, más que educado y más que correcto. Y es que, que tu primera entrevista sea a un corresponsal guerra y la realices en la sala de reuniones de los informativos de TVE1, pues a una le sube la autoestima. Y más aún con la naturalidad con la que se nos trató. También contactamos vía mail, no sé muy bien cómo, con la que fue corresponsal de guerra en Iraq de ABC, Mercedes Gallego. Con Jon Sistiaga, por entonces en la plantilla de Tel 5, lo intentamos, pero creo que nunca tuvimos respuesta...

Y es cierto que si pienso en los trabajos y prácticas de la Carlos III mis recuerdos aparecen casi todos grises. Pero en realidad, ¡no todos fueron así!

Foto: AECC

6 comentarios:

Blanca dijo...

Jujuju. ¿¿Que a nosotras nos gusta dar mil vueltas a las cosas??? ¿¿De dónde sacas esas ideas??

Por cierto, comparto el recuerdo gris de las prácticas y trabajos. No sé por qué, pero los contextualizo en color cemento, aunque nuestro edificio no era particularmente oscuro, la verdad.

Patricia Vera dijo...

¡Qué "buenos" recuerdos me has traido! Ese mapa fantástico de geografía en el que, después de haber contado las veces que salía un país (lo cual ya de por sí era una gilipollez) luego había que cuadrar sus tamaños relativos ¡manteniendo las fronteras! Qué grandes disgustos me dio esa asignatura.
Respecto a los trabajos en grupo, yo siempre los he odiado. O quizá debería decir "los odié" porque en cuarto me encontré a mí misma diciendo: "pero ese trabajo será en grupo ¿no?" con toda la desesperación del mundo. Y es que cuando te acostumbras a trabajar con la misma gente y las cosas salen más o menos bien luego se hace difícil volver a la "soledad".

Laura dijo...

Qué recuerdos más bonitos. Yo tengo recuerdos de todo tipo pero la mayoría son de enfrentamientos o de estar despierta hasta las tantas después de trabajar/la escuela de idiomas para poder terminar a tiempo. También tengo recuerdos simpáticos, como la grabación del cutre-corto o aquella vez, con un trabajo extraño, que otra compañera y yo vimos que algo no cuadraba y decidimos de mutuo acuerdo guardar el secreto (total, nadie lo iba a notar).

Irene dijo...

Como dices, era muy difícil poder quedar para hacer los trabajos en grupo. De ello dan fe los miles de correos electrónicos que nos hemos reenviado con nuestras "partes" del trabajo (como los que Blanca puso en su blog).
Sobre todo recuerdo el segundo cuatrimestre del segundo año que en TODAS las asignaturas teníamos prácticas, individuales y/o en grupo. De hecho, teníamos ganas de que llegaran ya los exámenes para no tener que seguir haciendo más trabajos :-S

Laura dijo...

Segundo fue matador. Es cierto lo que dice Irene, nunca he tenido tantas ganas de que llegaran los exámenes. Y no sé si fue en tercero cuando Blanca y yo decidimos que íbamos a coger la tuberculosis (siempre hemos sido muy bohemias) para tener un año sabático (no, para leer a Proust no, malpensadas).

La mujer del médico dijo...

Y lo que reforzaba las amistades el superar las broncas de los trabajos en grupo eh????